WE DON'T NEED ALASKA

23.02.2013 20:40

13 de Enero, el cielo empieza a cubrirse y unos pequeños copos tímidos anuncian buenas noticias, se respira un ambiente ansioso en los alrededores de la estación, está a punto de llegar el paquetón de la temporada.

 Esos pequeños copos se van transformando en masas de nieve cada vez más gruesas acumulándose por todas partes, día tras otro el cielo está gris y el oro blanco inunda el Valle de Aran

Te levantas temprano para palear:  Palear el jardín, el camino hasta la calle, el coche, el tejado  y a veces hasta la casita de la perra.

Te levantas temprano para sobrevivir en la carretera con el coche, cada día es una nueva odisea en el asfalto recubierto de una mezcla peligrosa de nieve y sal.

Te levantas temprano para llegar a las carreras matutinas hasta el telesilla donde hay que aprovechar los primeros momentos del día para poder esquiar un poco antes de ir a trabajar

Día tras día el mismo ritual durante un largo tiempo, un tiempo casi infernal cuando el cuerpo ya no aguanta más. Cada vez se ven menos esquiadores rebosando energía y más moribundos reventados de tantas horas encima de los esquís y las tablas teniendo sensaciones de éxtasis en cada giro cuando la nieve te refresca la cara y por momentos no te deja ni respirar. Y llegar a casa después de aprovechar hasta última hora esquiando, una ducha caliente, comer fuerte para reponer fuerzas y cuando decides tumbarte en el sofá para descansar miras por la ventana y todo vuelve a empezar… ésta vez ya no son pequeños copos tímidos lo que caen del cielo sino madalenas.

Pero llega un día que parece el fin, el cielo empieza a clarecer y por la noche se insinúan algunas estrellas asomándose entre los tejados blancos enterrados de nieve.

Te levantas temprano para seguir con el ritual pero HA SALIDO EL SOL. De repente descubres que la nieve ha cambiado todo el paisaje y lo ha convertido en un nuevo paraíso donde el protagonista es el blanco con un fondo azul intenso en todo su alrededor.

Tu mente abre campo y piensa en colgarse los esquís a la mochila y empezar a caminar para poder llegar a rincones aún impecables, piensas en dónde ir y con Roberto la respuesta fue rápida: BACIVER (2640m)

Llegamos a la base y encontramos que la huella estaba hecha, así que nos lo tomamos con mucha calma y empezamos a ascender tranquilamente, mirando el estado de la nieve y las posibles líneas de bajada a elegir.

El día nos acompañó en todo momento, temperatura perfecta durante el ascenso y también para mantener la nieve en un estado óptimo al bajar.

Una vez llegados a la cima descansamos un poco y alucinamos con el paisaje que tenemos ante nosotros. El circo de Baciver nos brindó un paisaje espectacular con vistas al Montarto, Besiberris, Aneto... y mientras íbamos preparando todo el material para el descenso no dejábamos de repetirnos lo afortunados que somos de poder estar allí.

Estamos listos para bajar!!! Esquiamos toda la cresta y llegamos al punto de partida del descenso que será corto pero bien intenso! Y tan corto fue que cuando nos dimos cuenta ya estábamos abajo abrazándonos eufóricamente con una sensación de adrenalina y paz a la vez. Tengo que decir que para Roberto seguramente fue más corto que para mí puesto que cuando me di la vuelta para verlo bajar solo vi una línea recta en dirección a mí, así que… 45 minutos de Subida y para Roberto… 5 segundos de bajada!

 

Un Domingo cualquiera para repetir y por supuesto, en muy buena compañía. Gracias Robs!